martes, 24 de octubre de 2017



“Te hablan por mí las piedras aporreadas
Te hablan por mí las olas de pájaros sin cielo
Te habla por mí el color de los paisajes sin viento
Te habla por mí el rebaño de ovejas taciturnas
Dormido en tu memoria
Te habla por mí el arroyo descubierto
La yerba sobreviviente atada a la aventura
Aventura de luz y sangre de horizonte
Sin más abrigo que una flor que se apaga
Si hay un poco de viento”

Fragmento de Altazor/ Canto II/  Vicente Huidobro


Técnica mixta
Collage y pintura


 12 Microcuentos


   -Sumando palabras-


1
Dentro del trance


Jugó y la hicieron perder.


2
Por una milésima de segundo

 El robot araña, calculó la distancia, mientras que la tecnología en HD, preparaba el zarpazo. El hombre, fastidiado, agitó bruscamente su brazo y la mosca le ganó a la ciencia.

3
Desquicio


Los fantasmas acechaban todas las noches en la casa de los hermanos Antúnez. Los ancianos, atemorizados, desde hace años, por las extrañas apariciones llamaron al cura párroco para que finalmente, les diera su bendición, cuando éste, llegó, encontró dos sabanas blancas en el piso, pero los hermanos ya no estaban.


4
Karma

La tumba permanecía abandonada. Hace años contaban que, solía venir una niña, a dejar cartas, lloraba largamente y luego desaparecía. Era extraña, llevaba el cabello encanecido. “Tal vez se cansó de visitar la casa donde se aloja la muerte”, pensó el guardián. –Ayer, sobre la lápida, encontré una esquela, estaba reluciente -le dijo al sepulturero-, pero fechada… 80 años atrás. Y cuando leí, decía…: “Por qué no me dejaste nacer?”

5
30 minutos

Los pájaros negros, solían tener dominio sobre la aldea, llegaban puntuales, cuando la primavera estallaba en flor, para luego desaparecer dejando estelas, dibujos indescifrables en el aire. La gente del poblado entraba en pánico, temerosas por las bestias que planeaban, emitiendo un sonido altamente destructivo. Los animales del lugar, caían en estado de inconsciencia, como si el insólito suceso  provocara la falta de oxígeno. 
Corten! -anunció el director-. La comunidad ficticia comenzó  a salir de su atrincheramiento y los asistentes dejaron de accionar los controladores de las naves negras.

6
A salvo de olvidos

La obsesión me caracterizaba. Como todas las noches preparé  las monedas, para el pago exacto del peaje, las deposité sobre la mesa. ---Será posible! -grité- cuando vi el reloj detenido. Me levanté de prisa, tomé el portafolio rumbo al trabajo. La autopista parecía una colonia de hormigas. Quedé ubicado en tercera fila, “siempre fue en primera” -pensé malhumorado-, mientras me preguntaba cuánto tiempo más duraría la pesadilla. Cuando llegó mi turno comprobé que había olvidado el cambio. Listo a lanzar la puteada, busqué un billete, pero la ola de fuego me acalló. Las dos primeras hileras de autos eran abrasadas. El avión que acababa de despegar del aeropuerto, impactaba sobre ellas. 

7
Engendros verbales

“Yo oculto clavos 
para escarnecer a mis sueños enfermos
                                Alejandra Pizarnik


La policía llegó al departamento debido a una anónima denuncia.  Los uniformados derribaron la puerta, fueron recorriendo todas las habitaciones. El ambiente era espectral, un jaula con pájaros, agonizaban, picoteando por la libertad, sin embargo no había ninguna señal que indicara un delito, sólo cuadernos y barbitúricos, desparramados por todos lados. Esto debe ser una broma de algún loco!, -comentó indignado el oficial-. Instantes antes de marcharse, una hoja manchada y arrugada sobre la mesa, les llamó la atención. El escrito parecía temblar. El sargento limpió la suciedad para poder vislumbrar lo que decía:He decidido ejecutar a la palabra… Yo, Alejandra!”.  Estiró el papel, y las letras volvieron a acomodarse. Cuando la dueña regresó,  tomó nuevamente la lapicera e intentó escribir, pero el papel ya no respondía, ella, tampoco.

8
Opus Dei


Un sentimiento de piedad se dibujó en el rostro del monje. Toribio, había venido desde lejos, casi desde el fin del mundo, con la misión de habilitar una escuela, donde los chicos pudieran estudiar,  intentando restablecer el orden natural de las cosas, sensaciones que, parecían lejanas. “El hambre es primo hermano de la pobreza”, pensó, mientras miraba a un joven,  a quien se le agigantaban, de forma desmesurada, los ojos. La aldea se encontraba habitada por familias, donde la falta de oportunidades escaseaba. Los campos, antes fértiles, habían sido totalmente devastados por un vendaval que se llevó hasta los sueños. Las lluvias, incrementadas por los vientos, desmantelaron las viviendas, Todo era llano, sin embargo algo latía más abajo, cuando Toribio se acercó y emitió una oración, la Pachamama resurgió, abriendo pétalos de esperanza y los sembrados crecieron inopinadamente. El muchacho de mirada escrutante, se había esfumado,  la cruz, aún permanecía.

Terapia

El reloj despertador se quejó.  A las nueve, decía el papel, sujeto con imán sobre la puerta de la heladera. ––Para que tenés agenda? -protestó mamá- si todo lo colgás de ahí!. ––Es lo que mejor funciona -respondí-, mientras me asomaba a la ventana a comprobar el tiempo. Tomé la vereda ancha, apuré el paso, llegaría sobre la hora. La mañana era sombría o me lo pareció, al toparme con las ramas de un viejo sauce que, se mecía acompasadamente. “Después de una tormenta, caen aves, heridas”,-decía el abuelo-.  Ahí estaba, inerte, arrinconada junto al tronco. La tomé entre las manos, una de sus alas se hallaba rota. Recordé a Tulio, el pajarero. Deprisa llegué hasta su local. Le pedí prestada una jaulita para ponerla a salvo.  Proseguí camino. La sala de la clínica se encontraba repleta. Los pacientes giraron en torno a mí, pensé en la paloma, y lo que esas mentes estarían imaginando. El analista, con ficha en mano, salió del consultorio, y sentenció  ––Paloma Ruiz, adelante!.

10
Los indignados

La manifestación marchaba hacia puntos estratégicos. La voz cantante la llevaba los golpes, asentados que, resonaban sobre cacerolas, tarros y cualquier elemento metálico que sirviera para expresar el repudio de los indignados. Las banderas y pancartas se desplegaban en alto, dispuestas a sobrellevar el paso despacioso y apiñado de la gente que, se dirigía como una gran marea humana por la defensa de sus derechos. –Basta de estafas!, dijo un anciano, estamos hartos de la corrupción!. –No! a la reforma judicial, agregó un joven, con un disfraz de lo más elocuente. –Justicia para todos ellos!!  -reclamó una madre por los hijos muertos-, al instante que las demás mujeres, cubrían sus cabezas con un pañuelo blanco, adhiriéndose al duelo. Todo era señal de protesta. Ella… la señora gobernante, no tuvo mejor idea que desoírla, un viaje programado, fue su mejor excusa. La huída dejó los trapos sucios que, la gente se encargó de ventilar. –A fin de cuentas nadie se salva!, dijo un señor; otro, de mediana edad, vestido con uniforme azul del correo, asintió, acotando: “La vida, tarde o temprano, se encarga de pasar la factura, debajo de la puerta…”

11
Corazón


Él, se mantenía absorto, frente al cristal de la pc, embobado en juegos virtuales.  Las vacaciones preludiaban los vientos del aburrimiento, lógicos para mi!. Le propuse salir a caminar. La playa era una provocación. El sol brillaba afuera, y el sendero de ripios se ofrecía como una tentadora alfombra desde la ventana de la sala, donde las gemas cobraban ese vuelo imaginario, tan perseguidos por mi esencia soñadora. Me respondió que no iba, que se quedaba a derribar naves. Me faltan puntos- me dijo- para salir victorioso en la batalla naval. Traicionas tu flota para hundir un barco, o hundes
tu barco y traicionas tu flota? - pregunté irónicamente-, pero él siguió sin inmutarse ante mi comentario, con la vista al frente, con estrategias… pero sin tácticas. Yo sabía que salía a buscar algo, pero… que…?. Tengo miedo de morir y no sentir, como el amor me abraza- me dije, en silencio-. Ahí, estaba, sobre el camino, rosada y blanca, de acorazonada forma, una piedra sustituta, colmaba mi interior, como un indicio. La erosión del mar, el milagro. La metamorfosis de un  Dios. Me la pegué al pecho, ya no importaba que el barco se hundiera y que el tripulante quedara varado con los ojos puestos sobre otra inmensidad. Había encontrado mi misión, que el absurdo, a veces dibuja como señal. 

12
Y ahora… qué…?


El maldito tiempo lo devora todo!, se dijo Mirna, saliendo del trabajo. Apuró el paso, debía recoger a los niños en la escuela. El sol del verano, resplandecía como el oro, acentuando brillos, y provocando encandilamientos, igual que, por sobre la caja de madera laqueada, que la encegueció. Se detuvo y sin miramientos la tomó, la introdujo en el bolso y siguió. Esto me servirá para darle un buen uso,-pensó-. Llegar a su casa, era lo urgente. Preparó la merienda y una gran lista de obligaciones que, mentalmente surgía... todo una rutina. Qué más…? se preguntó, al instante que visualizó el bolso que, pendía del perchero. La curiosidad la llevó a estar  frente al hallazgo. A veces las sorpresas desdibujan la figura de lo esperado. Un crucifijo sobre la tapa anunciaba que, la preciada forma era una urna. Temerosa, violentó su cerrojo. Asombrada por la revelación, comprobó dentro. La bolsa plástica contenía restos humanos. Sin dudarlo se dirigió al cementerio más cercano, exponiendo el caso ante el cuidador. Quisiera arrojar estos huesitos en la fosa común, dijo inocentemente la mujer.  Señora!  -se ofuscó el hombre- Usted sabe que esto, puede ser penalizado?, deberé llamar a un agente policial para que se investigue, agregó. Pero yo me encontré con la caja, y además… al muertito no lo conozco!, lo juro! -aclaró ella-, ajena a protocolos y leyes…


Angeles Charlyne
-Todos los derechos reservados-